Olga Feliú

Nuevo año y nuevo gobierno

Por: Olga Feliú | Publicado: Jueves 26 de diciembre de 2013 a las 05:00 hrs.
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Los cambios vertiginosos de la sociedad en que vivimos enfrentan día a día a las personas a nuevos desafíos. Ahora, con la llegada de un nuevo año y de un nuevo gobierno se incrementan las interrogantes sobre los cambios que vendrán.

Podría plantearse que los cambios que proyectan los nuevos parlamentarios y el gobierno ya han sido aprobados. Sin embargo, en realidad, eso es sólo parcialmente efectivo pues, como esbozaremos, para concretarlos existe una amplia gama de opciones que son desconocidas.

En cuanto a las modificaciones constitucionales -o una nueva Carta, como propician algunos- es pertinente destacar que por los derechos que ella asegura, sus modificaciones, aún no definidas, dan origen a una gran incertidumbre. Destacados personeros de la oposición han planteado que ellas recaerían en el régimen binominal, en el término de las leyes orgánicas constitucionales y en el control preventivo del Tribunal Constitucional. Todos estos cambios son de alta importancia. Así ocurre con las leyes orgánicas constitucionales pues, entre otras, éstas recaen en la autonomía del Banco Central y la Contraloría General, en la organización y atribuciones de los Tribunales, en la justicia electoral, en las Bases Generales de la Administración, y de Gobierno Interior y Comunal.

En materia tributaria ocurre algo similar, se plantea un guarismo como incremento de los tributos sobre el PIB, pero los tributos modificables no han sido especificados. Se sustenta suprimir el FUT, sin profundizar el alcance y forma de la supresión. Particularmente trascendente es la asimilación de la elusión a la evasión. La evasión es sancionable porque implica infringir una norma concreta, en la elusión, en cambio, no existe esa infracción sino que el fiscalizador considera aplicable un tributo que rige en una situación similar. En definitiva, significa dejar en manos de un jefe de servicio, de confianza exclusiva, el determinar el alcance de las materias gravadas, permitiendo así crear tributos por analogía. Ello no obstante que la legalidad de los tributos es un principio universal, y un derecho fundamental de las personas. Incluso, se ha planteado que la reforma permitiría sancionar a los profesionales asesores.

Todos estos temas afectarán de una manera directa o indirecta a todas las personas. Por eso, la precisión y concreciones, prontas, sobre estas importantes y trascendentes materias son indispensables para dar horizontes ciertos y confianza a los distintos agentes económicos. Guste o no, la incertidumbre sobre las reglas constitucionales relativas a los derechos de las personas, a la participación del Estado en la economía y en la educación, o al rol del Banco Central y la fiscalización de la Administración del Estado, o a los tributos que se alzarán, afectan negativamente la inversión y el crecimiento y, también, por ende, la creación de nuevos empleos. Las prudentes declaraciones empresariales no debieran llevar a confusión. Lo razonable es pensar que, en el campo empresarial, hoy todo aconseja cautela, en espera de mayores definiciones.

Los debates y posibles acuerdos, o disensos, con la futura oposición: sus parlamentarios y líderes, requerirán asimismo de mayores detalles sobre la forma de materializar los programas de gobierno.

Por cierto que no contribuyen a generar un clima de tranquilidad aquellas declaraciones que sindican como “enemigos de Chile” a bancos, AFP e Isapres, entidades sometidas a estrictas regulaciones y sujetas a supervigilancia de la autoridad y bajo el control jurisdiccional.

Así, el nuevo gobierno, además de los cambios que propondrá, acordes con su programa -y previa especificidad en sus contenidos- debiera debatirlos con la oposición y asimismo buscar acuerdos con aquellos sectores de la sociedad que son más proclives a pretender imponer sus ideas que a debatirlas y buscar acuerdos.

Quienes legislan no deben olvidar que las normas que aprueben serán aplicadas por tiempo indefinido, por seres falibles y de cualquier signo político o ideológico, pues la rueda de la fortuna no se clava.

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